Un artículo de dos mil cinco advertía al detalle sobre la pandemia

Un artículo publicado en dos mil cinco en The New Yorker describe al detalle, quince años ya antes, la pandemia que hemos vivido

El artículo, titulado Bioterroristas de la Naturaleza, publicado en The New Yorker en dos mil cinco, lo escribió Michael Specte. veterano cronista especialista en biotecnología, y fue premiado como de los mejores artículos periodísticos de ciencia del año.

Los epidemiólogos, el día de hoy calificados en demasiados foros de discusión como los «portadores de malas noticias», son los mayores especialistas en virus como el que ha ocasionado la COVID, y conocían el peligro de que un virus azotase a la humanidad tal como lo ha hecho el SARS-CoV2.

Sus voces de alarma no fueron escuchadas, mas llama la atención el detalle con el que se conocía lo que iba a ocurrir quince años ya antes de la primera infección por coronavirus a un humano.

El artículo de The New Yorker habla de los Bioterroristas de la Naturaleza, virus asoladores que han diezmado otras especies, no solamente la nuestra. Michael Specter, autor del artículo, desgrana en su artículo los daños ocasionados por el SARS, y las primeras infecciones a humanos.

El artículo recoge el trabajo de Scott Dowell,  el día de hoy líder de contestación al coronavirus en la Fundación Bill y Melinda Gates. En el instante de la redacción del artículo, Dowell era el  directivo de la oficina de Tailandia del Programa Internacional de Infecciones Emergentes,  que fue establecido por los Centros para el Control de Enfermedades en dos mil uno. El conjunto fue uno de los primeros en identificar SARS.

«Una pandemia es el equivalente viral a una tormenta perfecta»

En Tailandia el SARS había producido la primera infección en humanos, una pequeña que murió por la infección.  Y Dowell lo describió así: «Este podría ser el primer caso claro de transmisión de persona a persona, el inicio de algo muy significativo, algo aterrador».

Entonces la pequeña había fallecido y había sido calcinada, y la madre estaba fallecida y embalsamada.

El artículo de Miache Specter sigue así:

«Una pandemia es el equivalente viral de una tormenta perfecta. Hay 3 condiciones esenciales, que pocas veces confluyen y son imposibles de pronosticar. Mas los requisitos son claros. Un nuevo virus de la gripe debe surgir de los reservorios animales que siempre y en todo momento han producido y albergado semejantes virus, uno que jamás ha inficionado a los humanos y, en consecuencia, uno contra el que nadie tendría anticuerpos»

«En segundo sitio, el virus debe enfermar a los humanos. (La mayor parte no lo hace). Por último, debe poder extenderse de forma eficaz, al toser, estornudar o bien dar un apretón de manos. Para el H5N1, se han cumplido las 2 primeras condiciones; es nuevo y mortal».

La transmisión entre humanos

«Si es de este modo, habría poco tiempo para repartir fármacos, desarrollar una vacuna, establecer cuarentenas y planear el cuidado de los millones, quizás decenas y decenas de millones, de personas enfermas y moribundas en el mundo entero. “

Los especialistas en enfermedades infecciosas charlan de las pandemias de igual modo que los geólogos charlan de los terremotos. Las pandemias se han repetido en ciclos a lo largo de siglos. La enorme gripe de mil novecientos dieciocho mató por lo menos a cincuenta millones de personas y también inficionó a cientos y cientos de millones más.

Pandemias menos graves ocurrieron en mil novecientos cincuenta y siete y mil novecientos sesenta y ocho, mas cada una mató a millones. En el caso del SARS, el virus no mutó lo bastante para poder trasmitirse con sencillez entre humanos. El encargado de la presente pandemia, sí.

En el artículo del año dos mil cinco, Dowell lo tenía claro: “El planeta sencillamente no tiene idea de lo que verá si esto ocurre”, y añadió: “Lo único que no podemos saber es en qué momento ocurrirá. Mas ocurrirá, y no podemos dejar el margen a la posibilidad. No sabemos si ocurrirá mañana o bien el próximo año o bien en otro instante, absolutamente nadie lo sabe con certidumbre. El reloj corre. Sencillamente no sabemos a qué hora ocurrirá».

La hora ha sido el año dos mil veinte, el año de la pandemia. Dowell y muchos otros epidemiólogos lo habían anunciado, mas no fueron escuchados.

Te puede interesar:

El auténtico fin del planeta

Los superhumanos terminarán con la humanidad

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *