Los acontecimientos extremos relacionados con el cambio climático afectan a las poblaciones de seres vivos —y a las aves, específicamente— de dos formas. Por una parte, impactan sobre los individuos adultos y su destreza para desenvolverse y subsistir al acontecimiento extremo. Y por otro, afectan el desarrollo de las cohortes de individuos juveniles, nacidos ya antes o a lo largo del acontecimiento extremo.
Hasta el momento, la mayoría de los estudios se habían enfocado en el primer caso. Las aves, generalmente, tienen una enorme capacidad de movimiento. Pueden migrar de un sitio a otro si el entorno no les es conveniente o si su ecosistema se desplaza.
No obstante, el segundo efecto, que debe ver de manera directa con la reproducción y el mantenimiento de las colonias en un largo plazo, había sido de forma profunda ignorado, y en consecuencia, se han infravalorado los efectos del cambio climático sobre las aves.