Merced a este yacimiento, calificado como «de recursos prácticamente inagotables», el MuSeo Jurásico de Asturias (MUJA) tienen la mayor compilación de icnitas —huellas fósiles— de dinosaurios de Europa, incluyendo ciertas poco comunes, como indicios de estegosáuridos o de pterosaurios.
El trabajo de los estudiosos del MuSeo es frenético; descubren nuevos restos más veloz de lo que alcanzan a publicar, de ahí que muchos de los fósiles más sorprendentes de su compilación aún no están descritos en gacetas científicas. De los que sí lo están, estos son, seguramente, los más increíbles del Jurásico asturiano.
Entrada del MUJA con una estatua de Allosaurus – Fotografía cedida a Muy Interesante por Thuban Rodríguez
Ricciopsis asturicus, una hepática única
Sin embargo, y en contraste a otros conjuntos como los helechos o las plantas con semillas, las hepáticas carecen de estructuras duras, por lo que es bastante difícil que lleguen a fosilizar. Hallar fósiles de hepáticas es, en consecuencia, bastante complicado. Por eso es tan inusual el fósil descrito en dos mil veintidos por el equipo de investigación encabezado por Artai A. Beatos, de la Universidad de Vigo, y en cooperación con estudiosos del MUJA.
Fósiles de ‘Ricciopsis asturicus’ —marcados con asteriscos verdes, y el mayor de ellos, en rojo— -(Beatos et al., dos mil veintidos)
Nombrado como Ricciopsis asturicus, esta hepática vivió entre hace ciento cincuenta y ciento cincuenta y cinco millones de años, y es la más vieja famosa del Mesozoico de España. El fósil muestra una serie de rosetas que se expanden en sentido radial, con estructuras circulares. Los ejemplares más grandes alcanzan los veinticuatro milímetros de diámetro.
Por el género de roca donde aparecieron, se deduce que los ejemplares encontrados abundaron en la llanura de un delta fluvial, con lagunas estacionales de agua dulce; un ambiente dominado por helechos y gimnospermas, y por donde paseaban y dejaban sus huellas múltiples especies de dinosaurios.
El megalosáurido gigante
Vértebra de megalosáurido gigante (probable ‘Torvosaurus’) — Fotografía cedida a Muy Interesante por Thuban Rodríguez
Se deduce este dato de una enorme vértebra de la cola hallada en las playas de la Costa de los Dinosaurios y descrita en dos mil dieciocho por un conjunto interdisciplinar de la Universidad Ludwig Maximilians de Múnich y el MUJA. Recibió el nombre codificado de MUJA-mil novecientos trece.
Los ejemplares más grandes conocidos de Torvosaurus tienen una longitud de en torno a diez metros, uno de los carnívoros más grandes del Jurásico, sobre el conocido Allosaurus, y prácticamente tanto como el conocido Tyrannosaurus de finales del Cretácico. No obstante, las vértebras conocidas de Torvosaurus son hasta un veinticinco por ciento más pequeñas que la MUJA-mil novecientos trece.
Conforme los estudiosos, esta vértebra seguramente representa el mayor terópodo registrado hasta el momento de toda Europa, un superdepredador de más de diez metros de longitud, que paseaba por las costas asturianas. En verdad, si bien no es posible establecer meridianamente una conexión entre el fósil de una huella y de un hueso —no se puede saber si el animal que dejó la huella era el dueño de ese hueso—, en yacimientos de exactamente la misma temporada asimismo se han encontrado icnitas de terópodos gigantes; las más grandes del planeta.
Un nuevo ictiosaurio
Fósil del ictiosaurio ‘Leptonectes’. – (Fernández et al., dos mil dieciocho)
Seguramente se deba a su estilo de vida. Los ictiosaurios son los reptiles marinos con una mayor adaptación al medio acuático, hasta tal punto que su aspecto recuerda al de ciertos peces —de ahí su nombre, del heleno ἰχθύς σαῦρος, ictus sauros, ‘lagarto pez’—. Seguramente sus aproximaciones a ambientes ribereños fueran menos frecuentes que en otros reptiles marinos y, en consecuencia, las probabilidades de fosilizar fueran significativamente menores.
En España, ya antes de dos mil dieciocho, no se conocía ningún resto fósil de ictiosaurio jurásico. La primera descripción se hace ese año, por la parte de los estudiosos Laura Piñuela y Jose Carlos García-Ramos, del MUJA, y Marta S. Fernández, de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. El ejemplar más completo, codificado como MUJA-tres mil ochocientos sesenta y siete y asignado al género Leptonectes, es descrito así como otros 9 restos fósiles parciales, singularmente compuestos por vértebras, restos craneales y dientes.
Del hecho de que estos ictiosaurios sean los únicos reptiles marinos encontrados en estos yacimientos —con la salvedad de un plesiosaurio juvenil— se deduce que, seguramente, las costas asturianas a lo largo del Jurásico fueran un cobijo para estos reptiles vivíparos, que empleaban como zona de reproducción; hipótesis creíble, mas que requiere más pruebas para ser confirmada.
De todas maneras, estos descubrimientos muestran que los ictiosaurios no son fósiles tan extraños, y que, seguramente, la escasez de sus restos se deba a un corte en el muestreo.
Referencias:
- Fernández, M. et al. dos mil dieciocho. First report of Leptonectes (Ichthyosauria: Leptonectidae) from the Lower Jurassic (Pliensbachian) of Asturias, northern Spain. Palaeontologia Electronica. DOI: diez.26879/802
- Rauhut, O. W. M. et al. dos mil dieciocho. The largest European theropod dinosaurs: remains of a gigantic megalosaurid and giant theropod tracks from the Kimmeridgian of Asturias, Spain. PeerJ, seis, e4963. DOI: diez.7717/peerj.4963
- Santurrones, A. A. et al. dos mil veintidos. First evidence of Ricciaceae in the Jurassic of the Iberian Peninsula (Asturias, NW Spain): Ricciopsis asturicus sp. nov. Botany Letters, ciento sesenta y nueve(cuatro), quinientos cincuenta y siete-quinientos sesenta y siete. DOI: diez.1080/23818107.2022.2124452