La “voz” de alarma
Otro género de feromonas que pueden producir las hormigas son las feromonas de alarma. Con glándulas en la cabeza y en el abdomen, estas feromonas son liberadas a voluntad cuando perciben algún riesgo o padecen alguna agresión.
Estas son feromonas muy volátiles, que se expanden velozmente por las cercanías de la hormiga transmisora, y duran poquísimo tiempo. En el momento en que una hormiga recibe una señal de alarma, ella a su vez reacciona emitiendo una nueva alarma, creando una reacción en cadena en todas y cada una de las hormigas de la cercanía.
Frente a una alarma, las hormigas pueden reaccionar de distintas formas. Las formas más violentas, o “soldado”, acostumbran a asistir para agredir al contrincante, en defensa de la colonia, al paso que las obreras más expertas en otras labores acostumbran a huir.
Un comportamiento especial relacionado con los sistemas de alarma es el que hallamos en la especie Megaponera analis, hormigas que acostumbran a agredir habitualmente colonias de termitas. Cuando, a lo largo de una incursión, una hormiga resulta herida, emite señales feromonales equivalentes a lo que comprendemos por “dolor”. Una comunicación concreta que alarma a sus compañeras de su estado de salud. Esto provoca en sus compañeras un comportamiento de rescate; la transportan hasta la colonia y la cuidan, rezumando substancias antimicrobianas en la saliva y lamiendo sus heridas. Se calcula que, en estas circunstancias, el tratamiento de las hormigas heridas puede reducir la mortalidad hasta en un setenta por ciento.
Este artículo ha sido revisado y aprobado por José Manuel Vidal Cordero,
entomólogo de la Estación Biológica de Doñana (CSIC)
REFERENCIAS:
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